Más que un alimento, el pan mexicano guarda identidad y herencia cultural
- Focus Hidalgo

- 16 oct
- 2 Min. de lectura

*Existen alrededor de 700 variedades que combinan historia, tradición y creatividad, con sabores, formas y presentaciones únicas
San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo. – “En México, el pan no es solo un alimento, es cultura, identidad y unión familiar. Está en nuestro día a día, pero a veces olvidamos su relevancia y el papel que juega en las celebraciones, la diversidad regional y la economía nacional”, indicó Tania Irais González Quintanar, chef del Instituto de Ciencias Económico Administrativas (ICEA) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).
En el marco del Día Mundial del Pan, que se conmemora cada 16 de octubre, la docente Garza señaló que este alimento no solo se come, sino que se vive. Detrás de cada una de las cerca de 700 variedades que existen en el país, hay una mezcla de historia, tradición y creatividad; por esta razón, sus sabores, formas y presentaciones son cualidades que lo hacen único en el mundo.
Sus orígenes se remontan a la época prehispánica, cuando se elaboraba una especie de pan a base de maíz que se ofrecía como ofrenda a los espíritus. Con la llegada de los españoles, se introdujo el cultivo del trigo y comenzó su procesamiento; a partir de ello, surgió una amplia diversidad de preparaciones, ya que se aprendieron e incorporaron técnicas que, al combinarse con los ingredientes y costumbres locales, dieron origen a una panadería única en el mundo.
En este sentido, se reconocen cinco grandes familias de masas: batidas crecidas, crujientes quebradas, fermentadas, hojaldradas y hojaldradas fermentadas; las cuales poseen características únicas que se reflejan en cada una de las piezas que hoy conocemos, como las mantecadas, polvorones, conchas, cuernitos o croissants, entre otros, pero detrás de ellas está la riqueza de sabores singulares que no se encuentran en cualquier lado.
No obstante, la variedad también responde a las temporadas y a las regiones. Por ejemplo, están los que aparecen en fechas específicas, como el pan de muerto, el de feria o la Rosca de Reyes; pero también existen los que pertenecen a ciertas zonas geográficas, como el birote usado en las tortas ahogadas, las cemitas poblanas o el pan de Mitla, en Oaxaca; que en muchos casos, se presentan en versiones distintas según el estado.
Estas piezas simbolizan recuerdos, vínculos afectivos y celebraciones profundamente arraigadas; de ahí que este producto oscile entre la tradición y la innovación, pues aunque es importante conservar las recetas y formas clásicas, también se valora la experimentación con nuevos sabores, a fin de ofrecer variantes que respeten la esencia original.
En esta misma línea, la chef Tania Irais celebró que la tradición panadera se mantenga viva gracias a las familias y juventudes que heredan y reinventan recetas, demostrando que el pan alimenta, une generaciones, acompaña momentos cotidianos y rituales, pero sobre todo, que representa una forma de compartir con quien nos rodea.












Comentarios