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4 de septiembre, Día Mundial de la Salud Sexual



 

Desde el año 2010, se estableció el 4 de septiembre como el Día Mundial de la Salud Sexual, como un esfuerzo para sensibilizar y promover que este es un aspecto esencial del ser humano, aunado al elemento la salud reproductiva.

 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, que a su vez requiere de un enfoque positivo y respetuoso, que contempla la posibilidad de tener experiencias placenteras, seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.

 

En este 2024 destaca la importancia del consentimiento, mismo que es inseparable del pleno goce de los derechos humanos, incluido el de la autonomía corporal. Toda persona tiene derecho a decidir cuándo y con quién tener relaciones sexuales.

 

Somos más saludables cuando conocemos nuestros cuerpos, cuando entendemos cómo protegernos y cuando podemos acceder fácilmente a servicios y apoyo en este sentido.

 

No obstante, con demasiada frecuencia se niega el derecho a la salud sexual, especialmente a mujeres y niñas; personas LGBTQI+, con discapacidad o que viven en la pobreza o pertenecen a comunidades que enfrentan discriminación.

 

La población adolescente y joven es una prioridad a nivel mundial, pues la generación actual es la más grande que se haya registrado en la historia de la humanidad.

 

Las condiciones en las que estos sectores toman decisiones sobre su sexualidad, los elementos y servicios con los que cuentan para ello, así como las oportunidades de educación y desarrollo disponibles, tienen un importante efecto tanto en su calidad de vida como en las tendencias poblacionales de las siguientes décadas.

 

En la actualidad, el Consejo Estatal de Población (Coespo) coordina la Estrategia Hidalguense para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, misma que ha colocado a la entidad en el quinto lugar a nivel nacional en el tema de reducción de nacimientos en esta etapa.

 

Se ha registrado una disminución del 36 % referente a la tasa específica de fecundidad en el rango de 15 a 19 años de edad, con una incidencia de 51.2 nacimientos por cada mil mujeres adolescentes en 2023.

 

Es por ello que promover una educación integral de la sexualidad, como un proceso que busca enseñar y aprender acerca de los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales que esta implica es de suma relevancia.

 

El objetivo primordial es preparar a niños, niñas y jóvenes con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderen para: desarrollar relaciones sociales respetuosas; considerar cómo sus elecciones afectan su propio bienestar, así como el de los demás; y entender cuáles son sus derechos a lo largo de la vida, a fin de asegurarse de protegerlos

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